Rutina

Tuve la desdicha de nacer lejos de ti, fuera de tus fronteras, fuera de tu continente... y para terminar, en el otro hemisferio.

Intentaste tocar su rostro pero sólo lograste mirarlo, era imposible acariciar su mejilla.
Sonreíste, aunque lo que en verdad querías hacer era echarte a llorar.
Lo miraste fijamente y le dijiste que lo querías, él dijo que también lo hacía.
Se escucharon. 
Sus voces temblaban llenas de emoción, era lo más cerca que podían estar.
Repetiste un "te quiero", quizás si te escuchaba te creería.
Lo hizo. 
Era tarde, debían cortar pero él no lo quería.
Tú volviste a sonreír, no sabías que hacer, deseabas dormir pero no querías dejarlo.
Nunca querías dejarlo. 
Prometieron hablarse tan pronto el sol despuntara.
¿Quién cortaría ahora?
Lo convenciste pero él aguardo a que tú estuvieras lista para cortar.
Te apuraste, él tenía más sueño que tú.
Se despidieron.
Se recostaron cada quien en su cama y pensaron.
Él pensó más que tú, debes admitirlo.
Se equivocó, tú temías lo mismo. 

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