Si bien la lucha interna que había mantenido en su interior no se comparaba nada a lo que le sucedía en aquel momento, había sido la guerra para ella, había vencido... pero ¿a qué costo? Tendría que haberse desterrado ella misma y no exiliarlo, pero era necesario para que la paz existiera en sus dominios, no sabía si en realidad lo había logrado ella por sus medios o porque el cosmos solamente la preparaba para lo que seguía.

Había caído en el hambre total, sentía su boca seca a falta del preciado líquido, aquel que daba vida... sentía su estómago retorcerse a causa de la escasez de alimentos pero no podía ni siquiera mirarlo. Había vencido una guerra que ni siquiera tendría porque haber librado, y ahora pagaba las consecuencias de sus actos. La sequía seguiría, era una tonta si creería que saldría bien parada de aquella dolorosa situación.

Creía que la muerte llamaba su puerta, de hecho la había tocado, al menos eso creyó era. No era para menos, el hambre la había dejado en una penosa situación, su caso era triste, morir hubiera sido lo mejor en aquellos momentos. Las leyendas sobre la dulzura de ésta la atraían peligrosamente hasta sus garras, pero por más que ella se arrojaba a sus pies la muerte logró despreciarla, le jugó una broma, le hizo creer que la tomaría...

... pero no, no pudo más que arrojársela al invierno donde enfermó con gravedad. Sentía que el aire se le escapaba de los pulmones y sólo cuando lograba retenerlo el calor febril en su cuerpo lograba hacerla delirar, aquello la estaba volviendo loca. Lo peor no quedaba ahí, sino que por más que buscara una cura, por más que lograra tomar el elixir de la tranquilidad, la enfermedad la cogía entre sus dedos, la tenía presa y ella ya estaba acostumbrada.

Entradas populares