Recordando

— Sólo inténtalo, vamos... sólo prueba, no es tan complicado —dijo Julián mientras Jane sacudía su cabeza riendo, parecía totalmente imposible que ella pudiera siquiera imaginar lo que él le pedía y sin embargo lo hizo.

Sus ojos se perdieron en el horizonte cuando se concentró en lo que él le pedía, gruñó cuando erró el primer tiro pero volvió a intentarlo. Las luces de la rueda de la fortuna la ponían de malas pues la distraían, ni hablar de la vocecita del niño de al lado que tiraba de la mano de su papá pidiéndole el gran premio.


— ¡Jane! —el gritó de su madre la hizo golpearse contra la repisa que estaba arriba de su cama. 

Maldiciendo abrió los ojos y se desperezó, con cuidado se sentó sobre su cama meditando sobre su sueño. Los ojos se le llenaron de lágrimas hasta que rompió en un llanto que hubiera conmovido incluso al más desalmado. Fugaces sus luceros se clavaron en una pequeña cajita de terciopelo negro, todo hubiera sido más sencillo, todo hubiera sido justo si hubiera habido paz ese día.


Aun recordaba como las luces de los fuegos artificiales los cegaron cuando explotaron uno tras otro, aquello no podía ser normal. La tensión era palpable: los niños se pegaban a las piernas de sus padres y otros tantos cargaban a sus retoños y corrían hacia sus autos, en cambio Jane se había detenido a observar, no entendía porque se comportaban así. 

Julián lo entendía y trataba de explicárselo con frases sencillas pero entre más tiraba de su mano ella más reacia se ponía. El mundo había cambiado, cada vez tornándose más hostil pero incluso en ese globo agresivo aún había personas con luz que luchaban por algo mejor, él lo sabía y la había defendido con uñas y dientes.

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