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Las luces bailoteaban frente a mis ojos, el humo hacía que parpadeara a más no poder y sin embargo me encontraba totalmente feliz. Sentía mi cuerpo vibrar al ritmo de la música, el compás resultaba casi imposible de seguir entre tanto bullicio y a pesar de todo, cada uno de los presentes se encontraba bailando o al menos intentándolo.

Esbocé una sonrisa al tiempo en que mi mente se avecinaban demasiadas imágenes, simples fantasías. Idealizaciones de mi mente que albergaban la esperanza de que en cualquier momento él entrará, pero sabía que era imposible. Los kilómetros se interponían entre nosotros, entre los sueños perdidos y las palabras al aire. Suspiré al tiempo que alguien me tomaba de la mano.

Alcé la mirada mientras levantaba la mano para frotarme los ojos, el humo del cigarro nunca había sido algo que yo gustará. Entonces lo vi. Sonreí y accedí a bailar, no había nada de malo en dedicarle una pieza y pese a estar feliz, a gusto y satisfecha entre los brazos de él, entre las risas de ellas, entre las bromas de ellos... había algo que faltaba. Faltaba él.