De cabeza.

Hay días en que el mundo parece estar más de cabeza que de costumbre, donde las palabras más cariñosas parecen las más importantes y de aquellas que solo lograban molestar ahora resultan agresivas.

Los motivos de esos días se esconden detrás de bambalinas, temerosos de ser descubiertos. Y sin embargo pese a que el individuo aborrece esos días poco puede hacer para cambiarlos.

Los minutos se transforman rápidamente en horas y ellas en interminables tardes, donde el rumbo de la simple existencia no tiene cabida.

Poco a poco el humor cambia, se vuelve hosco y hostil; mantiene al margen a aquellos que se aventuran en lo que puede determinar la carga en la balanza.

El fin o el inicio. Y sin embargo, heme aquí escribiendo palabras sin sentido, letras que carecen de una lógica y que serán tomadas como un desvarío de una mente intranquila.

Esa opresión en el pecho, imposible deducir si es por el hambre después de una jornada estrenaste o la desesperación de no saber aquello que se oculta en las entrañas. Un día común y, hasta cierto punto, corriente esconde más cosas de las que podemos imaginar.

Secretos impensables... secretos a voces, todo deja de importar frente al último tic tac.

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