Promesa.

Los días pasaban frente a mis ojos, todo parecía volverse más claro... más alegre. La sensación de plenitud que me embargaba también me causaba miedo, era un sentir nuevo y diferente... algo que no había imaginado. En primera porque me sentía a gusto, es decir, no me limitaba a un simple "bien"; no, aquello iba más allá. No existía la necesidad.

Tomé el viejo álbum  de recuerdos, lo abrí con el temor de que todo causará dolor. Pero no fue así, los rostros mostraban tantas emociones y sin poder evitarlo una sonrisa se extendió por mi rostro. Aquellas personas me miraban a veces, bueno en realidad no a mí si no a la cámara, sus ojos alegres transmitían el buen momento que habíamos pasado juntos.

Una a una las fotografías quedaron atrás como la evidencia de que ellos alguna vez habían existido en mi mundo. Por una extraña razón volví la página antes de comenzar a leer todo lo que se había escrito en aquellas décadas y tomé una vieja fotografía. Aquella carecía de valor porque aquella que me miraba era un reflejo de lo que yo había sido, un reflejo sin brillo de lo que una vez fui.

La gota de sangre que salió de la yema de mi dedo no causo alarma más si causo dolor el corte que se había hecho. No había nada tan lacerante que el dolor infligido por las palabras, sin embargo la felicidad que me embargó en ese momento fue capaz de borrar cualquier rastro de sufrimiento.

Mentalmente maldecí todas las veces en que había decidido no mirar sus consejos, ahora parecía que todos aquellos hubieran podido arreglar los problemas que en su momento tuve, pero no existía el hubiera.  Lo hecho, hecho está. me dije como lo había escrito Shakespeare, así que no existía razón para atormentarme no dejaría que una nube negra opacara aquel día que yo disfrutaba.

Continué mirando las cartas que muchos habían escrito, algunas ni siquiera iban dirigidas para mí ¿por qué estaban en mi poder?, ah... claro, habían sido para evitar que algo ocurriera. Quizás era el momento de regresárselas a sus dueños, al fin y al cabo el tiempo para esos círculos había terminado y el presente me pedía recuperar a esas personas que habían quedado ahí varados en el espacio.

Miré el teléfono; una llamada, un simple mensaje podían acortar las distancias que se habían impuesto durante tantos años. Se habían creado muros invisibles pero poderosos que no permitían decir nada fuera de lo común... pero si todo iba a terminar tan pronto ¿qué caso tenía esperar? yo iba a hacer que todo marchará como miel sobre hojuelas. Me lo había prometido.


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Bienvenidos sean todos los que están leyendo estos párrafos. El texto está dedicado a cuántos gusten, incluso para aquellos que no conozco, una parte de mí me invitó a escribirlo a dejar que ustedes vean como me siento en estos momentos y espero que ustedes se encuentren con la misma energía y felicidad que yo me encuentro. La razón no la sé pero lo cierto es que me fascina esta sensación.

Habrá cambios en el blog a lo largo del año, ¿cuáles? aun no estoy muy consiente de ellos pero sé que habrá. Sólo espero que, como yo, los disfruten.

Bienvenido 2011.

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