Sueños de arena.

Las noches y días pasaban. Uno a uno los granos de arena caían en aquel viejo reloj de arena anunciando el final de aquel momento de estres que ella vivía. Los pasos que siguieron al típico suspiró fueron de lo más cansados, se escuchaba perfectamente como con cada movimiento de su pie dañaba aquel piso de madera.
Todos sabían que no tenía remedio, habían perdido las esperanzas incluso cuando ella aun se aferraba con uñas y dientes.
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Flashback
El despertador sonó con el habitual estrepito haciendo que ella se levantará dando un salto fuera de la cama. No había razones para quedarse dentro de la fresca sábana en un día tan bello como aquel. Se quedo descalza, el calor del lugar era placentero y no hacía falta abrigarse ni siquiera un milimetro más.
Con saltos graciosos bajo las escaleras de su hogar, parecía una niña... la única diferencia es que a sus veinticinco años ella ya no tenía pretexto para mostrar aquella efusividad propia de un infante en día de navidad.
La planta baja estaba desierta. Nadie vivía con ella pero aquello no la hacia sentirse menos ni nada por el estilo. Inmediatamente se dirigio a la cocina con su pijama blanca, un vestido vaporoso de color azul índigo y una bata blanca que lo cubria, parecía una bailarina. No hacía falta nada, quizás sólo la diversión de aquel día. 
Una manzana fue lo que tomó para después salir casi danzando por una puerta corrediza que daba hacia el mar. La arena acariciando sus pies fue una delicia para ella, sin embargo nada se comparaba a tener la arena entre sus manos.
Poco le importaba que la bata se llenara de granos de arena. Su vida... era estar en la playa. Había comprado esa casa por la misma razón, había decidido vivir lejos de sus padres y amigos por lo mismo, y, sin embargo en ningun momento lo sintió.
Lentamente un castillo de arena comenzó a tomar forma frente a ella, había pasado horas sentada en la arena sintiendo aquella brisa salada golpeando su rostro. Y entonces un pie invasor destruyó el pozo del castillo ¿Cómo era aquello posible?
Irritada levantó la mirada. Fue cuando todo cambió. Frente a ella unos preciosos ojos verdes con matices grises la miraban suplicantes, imposible rechazar la disculpa y ayuda que aquel le ofrecía. Su mente se desconectó del mar, del sol y  de la arena para perderse en aquellas pupilas.

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