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- Ya lo sé, no tienes que decírmelo, siempre has estado... - respondí mientras me apartaba de él de una manera un tanto brusca.

Sus ojos se posaron en los mios... aquellos zafiros se convirtieron en hielo seco, su boca se tenso hasta formar una línea recta y sus manos se encontraban apretadas sosteniendo aun el cojín. Lo mire, y fue en ese momento que supe que ya nada tenía caso, al fin y al cabo yo me lo había ganado.

- Creo que es mejor que me vaya - murmuró mientras tomaba su mochila.

¡Genial! Ahora me sentía culpable. Lo tome rápidamente de la mano y negué, él me miró extrañado, ¿no quería 10 minutos atrás que se fuera de mi casa?... y ahora, estaba ahí oponiéndome a que se marchara.

- ¿Quién te entiende, Tamara? - dijo de una manera muy agresiva, mientras me fulminaba con la mirada.

- No te vayas aun, quedate a cenar - dije mientras lo abrazaba y le daba un beso en la frente, era una suerte que aun siguiera sentado pues así era más fácil que yo lo alcanzara.

Me levante rápidamente y fui directo al comedor donde comencé a poner la mesa, él llego a mi lado y me ayudo con mi tarea. Sin duda aunque sabía que tendría que pensar en mis problemas, no lo haría en un tiempo... o no frente a él.



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Bueh, después de mucho tiempo la seguí... sin embargo, ha de quedarles claro que no la seguiré...

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